Ministerio Internacional Casa de Santidad

No hay duda que la mayoría de los padres desean dar lo mejor a sus hijos. La pregunta es, ¿qué es lo mejor? La respuesta a esta pregunta define el enfoque y el método de la crianza. Ojo, los hijos no saben que es lo mejor para ellos – es tu trabajo descubrirlo y aplicarlo!

 

Consejos para los padres

 

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Muchos creen que lo mejor es darles todo lo que pidan, para que se sientan consentidos. Pero cuando tu, como padre, vas a dejar este mundo ¿quien les va a dar a ellos?. Conozco a muchos papas que consienten todos los berrinches de sus hijos, sin prepararlos a enfrentar los retos de esta vida. La verdad es que la vida es muy dura y nadie va a cumplir todos sus deseos. Ni siquiera Dios, por que, El no opera como barita mágica como muchos creen. Hay hijos que ya supieron tener sus propios hijos, pero no saben proveer para los suyos y siguen dependiendo de la provisión de sus papas. Sus papas desarrollaron en ellos una dependencia emocional y económica.

Entonces, ¿que es lo mejor para nuestros hijos? ¿Que tienen que enseñarles sus papas? Te voy a compartir unos consejos que te van ayudar a enfocarte en la crianza de tus hijos.

1. Ayuda a tu hijo a definir su Identidad

Cuando Dios te da a un hijo, juntamente con el, te da una tarea muy importante: ayudarle a descubrir quien es el. La gente en el mundo y en la iglesia de hoy, actúa destruyendo sus vidas por no saber quien son. El enemigo esta allí, esperándolos, “para robar, matar y destruir”. Dios nos creo a Su imagen y semejanza, para que seamos en la tierra la imagen visible del Dios invisible. Es tu responsabilidad orar por tu hijo todo el tiempo, enseñar a tu pequeño quien es Dios y quien es tu hijo, a través de la relación personal con El. Cristo dijo “he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (John 10:10). Cuando tu hijo descubra su identidad en Cristo, su vida va ser siempre definida por esta identidad, es el mejor regalo que tu le puedes dar.

2. Desarrolla una Relación de Padre e hijo con el

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Para nuestros hijos, especialmente cuando son pequeños, nosotros somos ‘dios’. Si no tenemos una relación personal con nuestros hijos, les va a ser muy difícil el concepto de relacionarse con Dios.

Aunque tu, como padre, hiciste tu mejor esfuerzo para proveer a tus hijos, les diste los mejores juguetes, la mejor ropa, la mejor escuela; pero como nunca te relacionaste con ellos y no les diste la calidad de tiempo para convivir, platicar y compartir, los estas exponiendo al peligro de buscar relaciones en otro lado, los estas guiando a la boca de los que los van a devorar; por eso muchas niñas, por ejemplo, se entregan al primer hombre que muestra ‘interés en ellas’.

Nosotros, hemos sido creados, para relacionarnos – con Dios y uno con otro. Pasa tiempo con tu hijo, ora con el, lean juntos la palabra, explícale los peligros de la desobediencia y los beneficios de la obediencia. Sin gritar, crea un lugar seguro, para que ellos sepan que son amados y aceptados.

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo“. Apocalipsis 3:20

3. Asegúrate de formar en el una fe auténtica

Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Dios…“(Romanos 10:17)

Tu responsabilidad no es inculcar a tu hijo una religión, pero mostrándole a un Dios que lo ama y quiere tener una relación con el, se formará en el una fe verdadera. Enseña a tu hijo que es deseado, amado y muy valioso tanto para ti, como para Dios.

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Lee con el la Palabra de Dios, contesta sus preguntas. ¡Pero! recuerda, los niños van a creer mas en lo que haces, que en lo que dices; por eso asegúrate de vivir según lo que les enseñas. Para ellos, eres el modelo de Dios. Si, es cierto que ninguno nacemos sabiendo como ser buenos padres pero tenemos a nuestro Padre celestial, al cual podemos imitar, para saber como amar a nuestros hijos.

Cada restricción debe tener una “razón”. No les grites “ ¡No lo hagas! ¡Es pecado! ¡Dios te va castigar!” Toma tu tiempo para explicarles por que es pecado, que efecto tiene en nuestro cuerpo, en nuestra alma y en nuestra vida.

4. Enséñale a trabajar

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Nuestro Dios es trabajador y como fuimos creados a su imagen y semejanza, debemos ser trabajadores también. Asegúrate que no estas criando un holgazán, por eso desde pequeño, asígnale responsabilidades a tu hijo, según su edad: meter su ropa sucia a la canasta o a la lavadora, recoger sus juguetes, lavar los trastes etc. No aceptes trabajo mal hecho, aun que el tenga que hacerlo de nuevo.

También el que es negligente en su trabajo, es hermano del hombre disipador.” (18:9)

Desde pequeño enséñale que el esfuerzo siempre trae recompensa. Cuando no le sale algo a la primera, insiste que no se rinda hasta lograr la meta. Involúcralo en el servicio en tu congregación. A menudo habla con el de la necesidad de escoger una profesión, de estudiar, de dar lo mejor, honrando al Señor y a sus padres con su esfuerzo.

El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.” (Proverbios 13:4)

5. Abre las puertas de la generosidad

En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir”. Hechos 20:35

En primer lugar, tu mismo se generoso, tu generosidad va a causar en tu hijo el deseo de compartir con los demás. Explícale que nuestro Dios es un Dios generoso y nos da siempre mas de lo que necesitamos para compartamos con otros.

Junto con tu hijo, escojan unos juguetes o ropa, para llevar a algún niño de familia humilde para bendecirlo, además asegúrate de no llevar lo que ya no sirve – da algo que también te serviría. Busca la forma de enseñar a tu hijo a compartir la comida o despensa con alguien necesitado.

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La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: visitar a los huérfanos ya las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. James 1:27

Encuentra la forma de servir juntos a los necesitados, al menos una vez al mes, puede ser limpiando la casa de algún enfermo, lavando los trastes de alguna anciana, sirviendo a las viudas en la iglesia o llevando despensa a algún discapacitado.

6. Crea en tu hijo un corazón agradecido

Voy a dar gracias a ti, Señor, de todo corazón; Voy a contar todas tus maravillas “(Salmos 9:1).

Cada vez cuando reciben alguna bendición, no dudes en señalar la fuente de la bendición: ‘Hijo, vamos dar gracias a Dios por ese juguete, comida, ropa, etc.

Enséñale desde chiquito que todo cuesta: la comida, la ropa, la casa, los juguetes, a menudo dile “Hijo, papa o mama tuvo que trabajar muchas horas para poder comprarte esta ropa, comida, juguete, etc”. “Tu abuelita se esforzó mucho para prepararte esta comida”, enséñalo a cuidar sus cosas y cuando no valore algo, asegúrate de enséñale que todo tiene cuesta.

por pastora Valya Nevmerzhytska

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