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¿Has escuchado alguna vez la frase “te tengo envidia de la buena? o mejor aún, ¿la has pronunciado tú? La verdad es que esta frase es muy frecuente, es más, nadie la toma a mal de lo común que es; lo que no consideramos es lo que esto implica, el daño que genera la envidia es muy severo, repercute en muchos aspectos de la vida y no tiene nada de “buena”.

 

Envidia de la buena

 

Por: Vane D’Bru

Veamos qué es lo que dice la Escritura al respecto, ya hemos visto que es considerada como parte de una lista de acciones que corresponden a una mente reprobada y que no convienen a la persona como lo refiere Romanos 1:28-32; ¡ojo!, si no la has dicho pero te has sentido alagada de que te la digan, no eres mejor que la otra persona, esto realmente no se trata de ver quien es mejor, o como dicen por ahí “quien es menos peor”, se trata de observar de forma detenida los hábitos que nos perjudican; hacer esto es ser responsable contigo y con los demás, es parte de “cuidar de nuestro cuerpo”, que a la par, es integrante de algo más grande que va desde tu casa, tu familia, el lugar donde trabajas o la congregación a la que asistes.

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Muchos son los textos en los que la Palabra de Dios describe lo que es la envidia, encontramos que es un sentimiento que consume (Job 5:2), es comparado con una carcoma que consume los huesos (Proverbios 14:30), es vanidad y aflicción de espíritu (Eclesiastés 4:4).

Algunos estudios siguen dando la razón a lo que fue escrito inspirado por Dios hace tanto tiempo, la envidia trae cambios al cuerpo, si notas que siempre estas cansada y tienes una mala postura tal vez sea consecuencia de este sentimiento.

Dentro de los síntomas visibles se encuentra la postura rígida y tensa, generando una inclinación hacia atrás, a causa de rechazo, ocasionando espasmos musculares y en las articulaciones; tu sistema inmunológico se verá afectado haciéndote más propensa a enfermedades e infecciones gastrointestinales, entre muchos otros males como la pérdida del sueño, desgaste en los dientes, estos dos últimos tienen que ver con el estrés.

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En general los sentimientos negativos traerán a tu vida rencor y te harán una persona que siempre critica y manipula; esto realmente daña tus relaciones, nadie quiere sentirse manipulado, la persona envidiosa en realidad se siente inferior, por lo que su autoestima y aceptación están severamente dañadas.

Si acaso has notado que diste cabida a este sentimiento y hoy en día no te permite ver y disfrutar plenamente de las bendiciones que Dios nuestro Padre ha depositado en tu vida, es momento de hacer un alto y entregarlo todo, ora deja esta carga tan pesada.

Acércate a la fuente de vida para que una vez vacío y limpio tu corazón, Dios deposite en tí amor, porque como dice la escritura: “Y, ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados” (1 Pedro 4:8).
Recuerda: “el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece…” (1 Corintios 13:4).

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