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Pecar, del hebreo חָטָא kjata’: pecar, fallar, perder el camino, equivocarse, incurrir en culpa, perder, purificarse de la impureza.

 

“Para no pecar contra ti”

 

Receta secreta del rey David

 

por maestra Valya Nevmerzhytska

Pecar, del hebreo חָטָא kjata’: pecar, fallar, perder el camino, equivocarse, incurrir en culpa, perder, purificarse de la impureza.

En las Sagradas Escrituras encontramos la receta secreta de cómo no perder el camino y como purificarse de la impureza, la cual comparte el rey David. Aun que al llamarlo Dios ya lo vio como “varón conforme a su corazón” (1 Samuel 13:14), sabemos que eso era solo el principio de la formación de ese varón. David paso un camino largo y difícil, lloro, sufrió injusticias y muchas perdidas, hizo muchos errores, pero a través de todo aprendió que no hay mejor forma de agradar a Dios, que caminar con el y confiar en Su Palabra.

Aquí esta la receta secreta del rey David: “En mi corazón he guardado tus palabras, Para no pecar contra ti” (Salmos 119:11). Esta receta requiere solo dos ingredientes, pero OJO: deben de ser COMPLETOS: mi corazón y la Palabra de Dios.

1) La Palabra, del hebreo אִמְרָה imrah: mandamiento, discurso, palabra
2) Mi corazón, del hebreo לֵב leb: parte interior, mente, alma, corazón (del hombre), el conocimiento, el pensamiento, la reflexión, la memoria, inclinación, resolución, determinación (de la voluntad), conciencia, carácter moral, asiento de los apetitos, asiento de las emociones y las pasiones, sede de valores

¿Como se mezclan estos dos ingredientes?

La palabra de Dios se guarda dentro del corazón: Guardar, del hebreo צָפַן tsafan: esconderse, atesorar, almacenar

Estudio la Palabra y con ella transformo mi mente, es por decir ya pienso con la Palabra de Dios y no con mis propios razonamientos, tampoco me conformo a los patrones de este mundo (Romanos 12:1-2), memorizo los principios bíblicos para aplicarlos en los asuntos diarios de mi vida, controlo mis apetitos y impulsos con los mandamientos de Dios, someto mis emociones al fruto del Espíritu Santo que se llama dominio propio. ¡Mis valores cambian y la Palabra de Dios ya es mi mayor tesoro! “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6:21/ LBLA). Mi tesoro determina mi pensamiento, mis intenciones y mis acciones. A final de cuenta, determina mi destino eterno.

Te reto a preparar y aplicar esta receta para tu vida.

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