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“Nosotros somos Hamas, nosotros somos Jihad”

El terror y la incertidumbre se apoderaron de las calles, en el centro de Miami Florida, cuando un grupo pro-Palestino Islámico conformado por hombres, mujeres y niños se reunieron bajo la consigna de “Nosotros somos Hamas, nosotros somos la Jihad”. En realidad no sabíamos su verdadero propósito alterando el orden en un país de primer mundo como lo es Estados Unidos, pero por desgracia, unos minutos más tarde dejaron ver sus intenciones de manera clara y contundente.
Un reportero de televisión de origen judío que estaba en el lugar, se acercó para grabar la escena, cuando de repente se dan cuenta de su origen y uno de los manifestantes en tono muy agresivo comienza a insultarlo con señas obscenas y de una manera muy desagradable, el reportero le dice que sus insultos no le afectan; entonces el manifestante se acerca a la cámara y con mucha confianza le contesta en inglés “te voy a matar •••••• a ti y a todos los judíos”…

9 noviembre 2

En un mundo ideal, esto seria un incidente aislado sin importancia, pero es una situación que se repite alrededor del mundo en ciudades como Londres, Paris, Frankfurt, y alrededor de todo el globo. Es muy inquietante saber que la intolerancia Islámica es un tsunami incontenible que arrasa con todo a su paso y que están determinados a matar a todos los “infieles” (todo aquel que NO acepte a su dios, ni su religión), y a establecer el Islam en todo el mundo bajo el régimen sangriento de la espada.

Como es posible que “la religión de la paz”, como ellos mismos la llaman, sea una constante demostración de odio, agresividad e intolerancia; en Medio Oriente diariamente asesinan a cientos de personas que no comparten su forma de pensar y se refugian detrás de mujeres, niños, hospitales y escuelas para después acusar a sus victimas de agredir despiadadamente a pequeños inocentes, ¿Qué esta pasando? El mundo se está transformando rápidamente en una espiral ascendente de muerte, violencia y odio.

 

No es la paz sino solo un sueño, una esperanza que se va desvaneciendo como un espejismo borroso en medio de la confusión cotidiana, un eco desesperado en un mundo que va desapareciendo lentamente entre la indiferencia y la embriaguez de la inconciencia.  Solo Yajová puede llenar ese abismal vacío.