Ministerio Internacional Casa de Santidad

Para que un pueblo no muera es necesario estudiar y adquirir conocimiento. Oseas 4:6, “Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento. Porque tú desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”.

 

Volver a empezar

 

Por: Bru de Vane

Recuerdo que hace algunos años, cuando aún no tenía una relación personal con Cristo, entré a una plática motivacional; era parte de un requisito para postularme en un empleo, supongo que te calificaban la autoestima o tus intereses de vida. El motivador hacia mucho hincapié en si te gustaría ser rico, si te gustaría viajar, tener un carro deportivo o ganar mucho dinero para hacer lo que quisieras… obvio la respuesta era un “SÍ”. Empezó a inducirnos hacia un ambiente de conquista, lucha, positivismo, de que no éramos unos perdedores, muchas personas si se la creían, se soñaban en grandes puestos con sueldos ostentosos y tenían “la pila muy cargada”. Después de toda esta charla motivacional el expositor nos dijo que para obtener la clave del éxito debíamos adquirir los libros, videos y casettes de pláticas sobre grandes motivadores, todo por una módica cantidad de $1,000. Nos vendía la idea de que primero tenías que invertir en algo para poder ganar después, si en ese momento no tenías el dinero, no importaba, pues si te quedabas con el empleo deberías pagarlo en abonos. Algunos (me incluyo), se fueron decepcionados, pues no era lo que nos esperabamos, pues si uno va a buscar trabajo es porque necesita tener un ingreso.

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Después de muchos años conocí a Cristo (no una religión, sino una relación personal) y Oh sorpresa! me encuentro dentro de la misma charla de hace algún tiempo atrás, pero esta vez incluían pasajes bíblicos y el motivador se transformó en un Pastor. Todo era tan coherente en su plática y tan convincente que no lo veíamos mal, pues era un supuesto Pastor, no había por qué dudar de él. Semana a semana, cada reunión traía la misma dosis de motivación, lucha y conquista, de seguir adelante sin importar las adversidades, total, Cristo es nuestra fuerza. La motivación era tanta que no me daba cuenta realmente de la condición de mi espíritu. Creía que con leer los libros sobre las supuestas nuevas revelaciones del pastor y ponerlas en práctica, alcanzaría ese éxito y superación personal, creía que así obtendría mi prosperidad económica y poseer las cosas materiales que quería. Pensaba que con dar mi diezmo, un “pacto y ofrenda económica” tenía el derecho de exigirle a Dios lo que yo quería. Al no tener los resultados que esperaba me desmotivaba pero a la siguiente charla regresesaban los sueños y esas ganas de seguir adelante pensé que ya lo había alcanzado todo, sin saber que estaba igual o más lejos de donde empezé.

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Mi vida espiritual empezó a entrar en un estado invernadero pero gracias a Dios que me puso en el camino un nuevo rumbo, al principio fue difícil pues todo lo que yo había aprendido resultaba ser erróneo. Pero bien dice la Palabra: “es útil para enseñar, redarguir, instruir y corregir” (2 Tim. 3:16) así que empezé a estudiar realmente la Palabra; sólo así me dí cuenta que hay muchas malas traducciones y pésimas interpretaciones alrededor de la Biblia, la mayoría de las veces fuera de contexto.

Estudiando y leyendo la Palabra pude discernir que en muchas iglesias se hace más caso a las “nuevas revelaciones, sueños y visiones” del líder fundador de esa congregación que a la Palabra misma de Dios, se conciente mucho a la gente y sólo la motivan, pues sin motivación no hay pasión, sin visión no hay dirección; pero yo me pregunto… Qué visión? Qué dirección? Realmente Dios nos llamó a conquistar? O nos llamó a ser obedientes a sus mandatos? Nos mandó a seguir el librito del pastor o su Palabra? al hombre o a su Hijo?

Volver a empezar 3

Mi invitación es que vuelvas a las raíces de lo que Dios estableció realmente, lo que escribió por medio de sus siervos inspirados por su Espíritu; pues si nos situamos en aquel tiempo que vino Cristo a la tierra lo único que estudiaban era lo que conocemos como Antiguo Testamento (la Toráh), de echo Jesús mismo los confrontaba y corregía con la misma Escritura. Hermano, a través de los siglos el hombre se ha encargado de distorsionar lo que Dios estableció, empezando por los fariseos, a quienes llamó hipócritas, y así una mezcla de culturas, tradiciones y costumbres que se fueron adoptando y adaptando dejando a un lado lo que el Padre estableció.
Si echamos un vistazo a lo que le llamamos “Nuevo Testamento”, sus discípulos se reunían en las sinagogas para enseñar y discipular a los nuevos creyentes, tanto gentiles como judíos; yo me pregunto, qué enseñaban? Si en ese momento no había más libros (o pergaminos), sólo los primeros escritos, la Toráh y el Tanaj (o Antiguo Testamento). Como todos sabemos el Nuevo Testamento es la confirmación y testimonio de lo que Cristo vino a hacer en la tierra.

Mi hermano, estudiemos realmente lo que está escrito, no interpretaciones humanas, pues de ahí surgen las divisiones y de las divisiones las herejías. Jesucristo, o mejor dicho Yahshúa Ha Mashíaj, no vino a fundar una nueva religión o iglesia llamada Cristianismo, ¡NO!, Él vino a anunciar las Buenas Noticias a los pobres; a proclamar libertad a los cautivos, dar vista renovada a los ciegos, para liberar a aquellos que han sido oprimidos, para restaurar lo que se había roto. Sigamos la sana doctrina que enseñaron los discípulos. Dios te bendiga y te de discernimiento y sabiduría.

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