Volando a la infancia
Por Pastora Valya
Mayo 2013
Atrás quedó el calor mexicano, la humedad tropical, el sonido del mar Caribe y el ruido de avión – y ahora de nuevo con el temblor y reverencia en mi corazón, estoy parada a la puerta de la casa de mis papás, respiro profundamente y al ver los rostros tan preciosos de los dos y al poder observarlos gozando como niños a mi llegada, las lágrimas se saltan de mis ojos.
Señor, gracias por otra oportunidad de acurrucarme con mi mamá y mi papá y sentirme como una niña pequeña, esconderme de la tierra lejana y de la dureza de la vida en sus brazos y, mirando a sus ojos, inhalar el aroma de la infancia…
Mis papás, mis maestros, mi tesoro, mi regalo del Altísimo. Nada se compara con sus rostros tan cercanos, con sus manos sellados con exceso de trabajo duro y con sus oraciones. Como me gustaría quitarles los años de encima, desaparecerles las arrugas, enderezar las espaldas, fortalecer sus rodillas pero llega otra despedida y el aeropuerto… Otra vez, con los ojos hinchados de lágrimas por el dolor de la separación y con el corazón roto estoy pidiendo a Dios a darles lo que yo no puedo dar – las fuerzas, la fe, la paz y el gozo mientras el océano nos separa y otra vez a contar los días y los meses, hasta que el Señor me permitirá de nuevo a regresar a la infancia, por lo menos por un instante.
Marzo 2014
El aeropuerto, el avión y yo perdida en mi tristeza.
Terapia intensiva y mi papá. Gracias Señor por permitirme alcanzarlo vivo. Lo último que me dijo fue: “Te amo, hijita” y… feliz para siempre. ¡Adiós, papá! Usted ya se pasó a la eternidad, ya está en la casa de Jehová reposando en los brazos del Eterno. Usted ya no es un huérfano, ya está completo. Nada le hace falta, nada está perdido, usted no se ha quedado en el pasado, no se desvaneció en el día de ayer, me está esperando en el futuro, por eso voy a caminar con fidelidad. Usted no es un recuerdo y no va desaparecer en el horizonte del día. Gracias por permitirme ser su hija, gracias por ser papá de excelencia, lo sigo admirando con todo mi corazón, esto es un hasta pronto, pues lo veré en la casa del Padre Celestial.
Septiembre 2014
El aeropuerto, el avión y un Hola mamá.
La veo tratando descubrir quien es ella sin el. 54 años de ser uno, de compartir todo, de trabajar juntos, de criar a los hijos, de enfrentar enfermedades, de vencer los retos y nunca despegarse el uno del otro… Una mujer fuerte quedó tan débil, tan espantada, tan sola. ¿Qué hago, Señor, como le ayudo, como la dejo? Si solo tendría mis propias alas como un pájaro… si solo… ¡Si, Señor Entendí! Es su camino de ella y ella tiene que caminarlo, no puedo pasarlo por ella, pero Tu si, Tu puedes. Llévala en Tus brazos y enséñame a soltarla en Tus manos. La amo mucho, mi mamá…
Junio 2015
Como extraño a mi papá y mi mamá.
El aeropuerto, el avión. Volando a la casa como un pájaro. Mi preciosa mamá, las huellas de mi papá por toda la casa y el jardín con sus abejas de él y la fragancia de la infancia, mis ojos se encienden de gozo. A final de cuenta para nosotros los que estamos en Cristo la vida es eterna por eso Señor, abraza a mi papá por mi y permíteme a abrazar a mi mamá todavía muchas veces.
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