Sin duda alguna todos hemos llegado a pensar o expresar la tan conocida frase “¿por qué a mi?, esto es muy común, pues día a día nos enfrentamos a distintas situaciones, algunas más difíciles que otras, y en esos momentos de angustia y desolación hemos exclamado dicha expresión.

Por qué a mi?…

Autor: Vane D´Bru

Sin duda alguna todos hemos llegado a pensar o expresar la tan conocida frase “¿por qué a mi?, esto es muy común, pues día a día nos enfrentamos a distintas situaciones, algunas más difíciles que otras, y en esos momentos de angustia y desolación hemos exclamado dicha expresión.

¿Por qué tendemos a expresarnos así?, Saulo de Tarso hizo una recomendación muy interesante: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Romanos 12:3).

El sobre estimarnos, nos lleva a pensar que no tenemos suficiente de esto o aquello, que merecemos más que otra persona, y distorsiona nuestro objetivo y entendimiento (pues nuestra mirada no debe estar centrada en las cosas de este mundo); otro enfoque de la autoestima y no menos importante, es creernos “personas buenas” y que no hacemos daño a nadie.

Cuando a nuestro Mesías, Yeshua, se la llamo bueno, respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios“ (Lucas 18:19), ¿por qué considerarnos más que el mismo “Hijo de Dios”?.

Otro punto que debemos considerar es que en ocasiones sólo estamos viviendo consecuencias de nuestras propias decisiones, ni siquiera una prueba, dirán que soy un disco rayado, pero “obsérvate y analiza” la situación que vives o has vivido y te ha llevado a decir tan amarga expresión.

Cuando digo que es una consecuencia, no me lo estoy sacando de la manga, hasta la leyes de la física dicen que a toda acción hay una reacción, pero lo más importante es que la Escritura dice así: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7).

¡Fuertísimo! O mejor dicho ¡Clarísimo!, ahora cada que quieras reclamarle a alguien del por qué de algo, detente y voltea atrás, en tus actos esta la respuesta, y aplica en todo, absolutamente en todo.

No pierdas el tiempo sintiéndote la persona más miserable del mundo, busca la solución a tu problema, pero siempre consulta a Dios antes de actuar.