¿Alguna vez has sentido que no te conoces, te has sentido perdida/o? Es algo tan común, no importa la edad que tengas; este sentimiento muchas veces es detonado por situaciones relacionadas con tus relaciones interpersonales como perdidas, conflictos, alegrías y demás; es entonces cuando volteas atrás y buscas ver ¿quién eres realmente?
Mirada al espejo
Autor: Vane D´ Bru
Las personas somos el resultado de nuestras decisiones, de lo que vamos aceptando y adoptando, en muchas ocasiones simplemente es con el afán de pertenecer a algo o ser aceptado por alguien. Si tu deseo es ser auténtico y encontrarte realmente, voltea al espejo indicado.
“Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre” (Proverbios 27:19).
Realmente tus acciones demuestran lo que eres, ahora bien una cosa es lo que ven los demás y otra es la que vez tú, porque conoces tus intenciones, sabes la razón por la que hablas, actúas o dejas de hacerlo, Muchos conocemos y repetimos el tan conocido Proverbio del capitulo 4 versículo 23, “guarda tu corazón, porque de el mana la vida”, y lo tomamos de una forma tan ideal y romántica que en muchas ocasiones actuamos según nos dicta el corazón en el momento, pero, ¿qué crees? “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).
Ya vimos que el corazón es engañoso, y que las acciones del hombre corresponden al corazón que tiene, toda nuestra confusión toma más sentido ahora, si quieres encontrar la respuesta es muy sencillo, y también lo dice la Escritura: “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:10)
Hoy en día nos encontramos tan sumergidos en el “narcisismo” (este término tiene su origen en un mito griego, en donde el joven Narciso, quien nunca había visto su propia imagen, cuando la contemplo reflejada por el agua de un estanque, se enamoró de tal manera de ella que ya no quiso apartarse de allí, cayó de cabeza en el estanque y se ahogó). Este “amor a nuestra imagen”, y puede llegar a ser un trastorno de la personalidad en el que se sobrestiman las habilidades y se tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación; te sonará esto exagerado pero si eres desconsiderado con las necesidades y sentimientos ajenos, aplicando la tan conocida frase de “el fin justifica los medios”, eres un narcisista.
A consecuencia de esto, no tenemos interés por estudiar la Palabra de Dios, creemos que no es útil, o que hay coas más importantes, aunque en el caso personal me he encontrado un tanto “catoptrofobica”, la razón es muy simple, por miedo a verme a la luz de la Palabra de Dios, sabemos que la instrucción que hay en toda la Escritura nos muestra la condición de pecado que hay en nuestra vida, como si al evadirlo desapareciera.
Santiago 1:23-24 dice: “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era”.
El conocimiento nos lleva a la libertad y por ende a actuar, de ti depende si quieres ser libre y mantenerte preso de tus delitos y pecados.
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