La mayoría de nosotros llegamos al matrimonio con ideas o estándares preconcebidos de forma errónea, creemos que todo será miel sobre hojuelas o que el matrimonio es “el paraíso en la tierra”…
¿Problemas en el paraíso?
Autor: Vane D´Bru
La mayoría de nosotros llegamos al matrimonio con ideas o estándares preconcebidos de forma errónea, creemos que todo será miel sobre hojuelas o que el matrimonio es “el paraíso en la tierra”; muchas veces pensamos que la pareja tiene la obligación de hacernos felices o que es su responsabilidad hacerlo, y realmente no es así, la felicidad proviene de ti y tu relación con el Creador, además antes de esperar algo a cambio debes recordar que lo que necesitas en el matrimonio es una autentica “actitud de servicio”, porque ya no te perteneces a ti y viceversa.
“Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios” (1 Corintios 11:11-12).
Dentro de la relación conyugal se debe entender que somos uno mismo, que ninguno es más que el otro sino que fuimos creados para complementarnos; hay 4 conductas que de acuerdo con los especialistas dañan un matrimonio: la crítica, estar a la defensiva, el desprecio y el desconectarse.
Hoy hablaremos de la crítica, que incluye el culpar al otro, esta conducta es más frecuente en las mujeres; cuando señalamos que gracias al carácter o personalidad de la pareja los problemas existen, entonces nos dedicamos a buscar hasta con lupa todo aquello que nos pueda servir para justificar nuestra actitud.
El autor de Filipenses realiza una exhortación muy interesante para las relaciones interpersonales; “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado” (Filipenses 2:14-16). Recordando que nos debemos respeto unos a otros cuanto más cuando somos “una sola carne”.
“Hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna”, si lo aplicamos específicamente en el matrimonio esta frase puede tomar más fuerza, porque hoy en día el ego de los géneros esta más disparado que nunca, el reconocer que no se esta en lo correcto, no es muestra de debilidad como lo quieren ver muchos hombres, ni tampoco las tareas domésticas son denigrantes para ninguno de los dos, es más dentro del hogar todos debemos ayudar, más aun maridos cuando su esposa sale a enfrentarse a la misma jornada laboral que ustedes, es sumamente egoísta e inconsciente no hacerlo , y mujer si tu esposo te ayuda aunque no haga las cosas tan “bien hechas” como lo haces tú no lo critiques ni lo tildes de “torpe”, hay habilidades que debemos mejorar con la práctica.
Peor aun si tus críticas las haces extensivas, y ahora todos tienen conocimiento de la vulnerabilidad del otro, debemos aprender a resolver los problemas entre nosotros sin buscar aliados que nos den la razón ( no es una opción salir corriendo a quejarse con los suegros o bromear de forma pesada de problemas reales haciendo quedar mal al otro).
Recuerda “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” (Santiago 4:11-12)
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