Aquí estamos de nuevo, como ya sabes soy de esas personas que les gusta probar lo que lee en internet, llámese dietas, tips, recetas, etc, etc… si está relacionado con “salud” o un “estilo de vida sano”, lo hacía a medias, lo recomendaba y demás, pues bien, los últimos meses no fueron diferentes en ese sentido.
Dime qué comes y te diré quién eres
Autor: Vane D´Bru
Desde junio tomo 30 minutos, 5-6 días a la semana para hacer ejercicio, en los primeros 4 meses “cambie mi forma de comer”, eso es lo que yo me decía y me repetía a mí con la intensión de creérmelo, obvio los resultados eran en medida de mi “disciplina”. Te preguntarás, ¿esto qué tiene que ver con la vida espiritual?, y mi respuesta es “todo”, porque nosotros reflejamos de forma externa nuestra condición interna, no quiero decir que sea la única forma de saber cómo estas, te cuento que es una forma en la que el Señor me mostró mucho acerca de mí.
Siendo muy honesta, todo empezó desde el año pasado con mi maestra y pastora, ella empezó a instruirnos en temas “escabrosos”, en dónde sientes que la Palabra de Dios te arrolla, y tienes dos opciones, te enojas porque sabes que es cierto, no estás dispuesto a hacer nada y te vas, ó te levantas y empiezas a hacer algo con tu vida; bueno, en diferentes situaciones empecé a caminar a paso de tortuga, pero eso de nada sirve, a menos que te detengas y reconozcas que debes tomarte las cosas en serio (por cierto visita el Canal de Youtube “Ministerio Internacional Casa de Santidad”, y ve la serie de predicaciones, “Discípulo, Discipulado y Disciplina”; entenderás a lo que me refiero).
Muchos nutriólogos afirman que el 70% de tus resultados están relacionados con tu alimentación y el 30% restante, es por actividad física. Mi pregunta es ¿de qué te alimentas frecuentemente?, mejor dicho ¿cuál es el alimento de tu espíritu? En una conversación bastante sería tuve que darme cuenta de que realmente mi espíritu estaba anémico (sabemos que la anemia te puede conducir a la muerte), pues mi alimentación está limitada a unas cuantas horas de estudio de la palabra a la semana; en comparación con las muchas horas que paso en las redes sociales, conversaciones con las personas del trabajo y la escuela, el resultado de ello, una mente ocupada en las cosas que no nutren mi alma (que es eterna), queriendo llenar mi hambre espiritual con “comida rápida”, que en este caso sería cualquier cosa que satisfaga mi vanidad, el comprar, tener, “ser”…etc.
Deuteronomio 8:3 y Mateo 4:4, dicen lo mismo, “No solo de pan vivirá el hombre, más de toda palabra que sale de la boca de Yejovah”, analizando ambos textos, podrás notar que adelante y atrás de los versículos citados se refieren a necesidades y posesiones materiales por las que siempre estamos afanados en suplir día a día.
En Mateo 6:34 Jesús dice: “no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”, y no sé tú, pero la mayoría de las personas que conozco, incluyéndome a mí, tenemos los ojos bien puestos en lo que deseamos tener, en cómo queremos que reconozcan nuestros logros, pero, nunca es suficiente, y lo peor es que tampoco disfrutamos lo que ya tenemos por tener los ojos puestos en otro lado.
Probablemente me digas, sigo sin entender qué tenían que ver los primeros párrafos con esto que me dices ahora acerca de la codicia y los afanes de la vida. Pues bien, el cambio lo note realmente en mi cuerpo y mi salud, hasta que fui al Nutriólogo y examinó mi organismo, mis hábitos alimenticios, dándome un plan alimenticio acorde a mis necesidades, entendiendo que un peso bajo no es reflejo de una vida sana, pues aunque no tenía sobrepeso, si hay mucho por hacer en mi organismo; hoy en día hasta las articulaciones ya no me duelen, ya no se me duermen las piernas y mis rodillas no rechinan tanto al hacer ejercicio, por mencionarte algunas cosas (soy una mujer de tan sólo 31 años, sin sobrepeso que tenía bastantes achaques), pero mi cuerpo en seguida me reprocha cuando como algo que no me nutre.
Así mismo pasa con la vida espiritual, mientras no te alimentes de la palabra de Dios crees que estas bien, aunque tu vida te de avisos de que no todo está bien, es hasta que empiezas a alimentarte correctamente cuando te das cuenta de lo que realmente necesitas, y las soluciones “rápidas” para saciar tu hambre sólo terminan dañándote más, no importa si es “lo más rico” o lo que te recomendó tu amiga para sentirte mejor, nada ocupara el lugar del Creador en tu vida.
“Por tanto, desechando toda malicia y todo engaño, e hipocresías, envidias y toda difamación, desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:1-2)
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